En un panorama financiero cada vez más competitivo y volátil, los mercados tradicionales suelen acaparar toda la atención. Sin embargo, existe un universo paralelo de activos en el que prima de iliquidez y nichos de alto potencial esperan ser descubiertos. Estos mercados, con menor volumen de operaciones y menos competencia, pueden ofrecer rentabilidad esperada significativamente superior a largo plazo.
La liquidez de mercado hace referencia a la facilidad con la que un activo puede comprarse o venderse sin alterar significativamente su precio. En contraste, un mercado ilíquido presenta pocos compradores y vendedores, precios pueden fluctuar bruscamente con cada transacción y amplios spreads entre oferta y demanda.
Entre los ejemplos de activos ilíquidos destacan las acciones de baja capitalización, ciertos mercados extranjeros, bienes inmuebles y nichos especializados. En estos mercados, la salida de una posición puede ser lenta y, en ocasiones, exige aceptar un precio inferior al inicialmente previsto para encontrar comprador.
Invertir en mercados ilíquidos implica asumir un mayor horizonte temporal, pero ofrece ventajas únicas que pueden mejorar la rentabilidad y diversificación de la cartera:
Entre 2001 y 2021, según UBS, los mercados privados registraron rentabilidades anuales promedio superiores al 13%, frente a un máximo del 7% en la bolsa tradicional. Esta diferencia destaca el potencial de estos activos para inversores con visión de largo plazo.
La profesionalización de la inversión en activos no cotizados y la democratización mediante plataformas de crowdlending y fondos alternativos están abriendo estas oportunidades a inversores minoristas. Hoy es posible asignar un 30% a estrategias alternativas en vez del clásico 60/40, mejorando tanto la rentabilidad como la resistencia de la cartera ante distintos ciclos de mercado.
Las plataformas digitales ofrecen procesos de selección y valuación más eficientes, reduciendo barreras de entrada y permitiendo diversificar en proyectos inmobiliarios, deuda privada o capital de riesgo con ticket mínimos más bajos.
Aunque las oportunidades son atractivas, es esencial evaluar los riesgos asociados:
La diferencia entre el valor esperado y el realizado puede ser considerable en escenarios que requieran venta urgente, por lo que se recomienda contar con asesoramiento experto y planificar la inversión conforme a objetivos y plazos claros.
El mundo de los activos ilíquidos sigue en expansión. La digitalización y el desarrollo de mercados secundarios más activos facilitan la compraventa y aportan mayor transparencia.
Se espera que la adopción de tecnología blockchain y herramientas de valuación en tiempo real permitan una mayor eficiencia y accesibilidad. A medida que estos mercados crezcan, su peso en las carteras de inversores sofisticados y profesionales seguirá aumentando.
La combinación de activos líquidos e ilíquidos puede potenciar la resiliencia y el rendimiento general de un portafolio, distribuyendo el riesgo y aprovechando las oportunidades fuera del radar que estos mercados ofrecen.
En definitiva, invertir en mercados ilíquidos implica una mentalidad de largo plazo y un análisis riguroso, pero puede traducirse en valor añadido significativo para quienes se animen a explorar más allá de las opciones convencionales.
Referencias